domingo, 13 de febrero de 2011

INSTINTO: Cap. 1


¿Qué responderías si te preguntaran qué es un ángel?
Qué pregunta más tonta, ¿no? Obviamente dirías que son seres de aspecto humano, con un par de alas a la espalda, y procedentes del cielo. Tal y como dice el folklore popular, siempre tan exagerado con todo.
Pues siento tener que decírtelo, pero no. No has acertado en nada. Cero. Menos mal que no es un examen.
Un ángel es una persona normal, como tú y como yo. No con alas detrás de la espalda ni nada parecido. Son ésas personas que influyen en la sociedad, a las que la gente sigue, las que marcan las modas, las personas en las que confías al 100% y sin saber por qué, te sientes bien en su compañía. Son personas normales que poseen ciertas habilidades superiores, como saber ocultarse, tener mayor equilibrio, unos sentidos muy agudizados, y otras cosas más.  Y poseen una gran belleza. Puede parecer algo casual, pero todos los ángeles, tienen el pelo de colores claros, oscilando entre el castaño claro, hasta llegar al rubio platino o incluso pelirrojo, y los ojos de colores vivos, entre el miel y el gris, pasando por el verde y el azul.
Bueno, casi todos. Yo era la excepción que confirmaba la regla.
Dejando a un lado mi comportamiento que tenía que ver más con un demonio (suena irónico siendo yo un ángel, sí), estaba mi aspecto. Mi pelo medio rizado era marrón chocolate oscuro, aunque desde hacía tiempo tenía mechas de un rojo fuego que me encantaban. Mis ojos, bueno, eran bastante oscuros. Casi negros. La piel la tenía morena, como si tomara el sol cada día. Resumiendo, podría decirse que lo único que tenía en común con todos los ángeles eran unas pequeñas alas entintadas en la espalda.
Bien, eran ya las dos de la mañana, y si no me había dormido ya, no lo iba a conseguir. Así que con sigilo me levanté y me puse algo de abrigo sobre el pijama, abrí la ventana y me tiré por ella.Bueno, vale, me emocioné un poco. Estaba en la planta número uno, de un edificio de siete, aunque normalmente dormía en esta última. Lo que pasaba es que estaba castigada, y por eso me habían aislado en esta habitación. Y, como era tan obediente, estaba tratando de escaparme.
Dios, que frío hacía fuera. Y además hacía poco que había llovido, por lo que todo estaba húmedo.Pero todo era mejor que ese horrible cuartucho.
Me encantaba el bosque de este Internado. Podía dar algo de grima todos esos árboles retorcidos y viejos, pero había algo mágico en ellos, algo que hacía que me sintiera bien y que viniera aquí cada noche que no podía dormir. Como hoy, la víspera del nuevo curso.
Uff, el nuevo curso.
El cielo estaba despejado y la Luna lo bañaba todo con su pálida luz. Un repentino crujido me puso alerta. No estaba sola en ese bosque. Había alguien más no muy lejos de donde estaba. Me guié por el sonido. Cuando ya estaba cerca me escondí entre los matorrales. Estaba casi en la verja de la entrada de la Academia.  Aparté unas ramitas y miré.
Una silueta se recortaba en la oscuridad. La reconocí como masculina por la estatura y el ancho de la espalda, aunque no podría asegurarlo porque estaba de espaldas, y al estar vestido todo de negro dificultaba aun más la visión. El desconocido hablaba, pero no tenía móvil. Parecía dirigirse a alguien que no podía ver desde el ángulo en el que estaba. Intenté leerle los labios, pero no reconocí las palabras, y tampoco podía escucharlas a esa distancia. Entonces, el desconocido se giró completamente, y miró en la dirección en la que estaba escondida, como si alguien le hubiera dicho que estaba ahí, o tal vez por propia voluntad. Contuve la respiración. No podía haberse dado cuenta de que estaba espiándole. Era imposible. Me alejé sigilosamente de los matorrales, pero cuando no había andado apenas un metro, me topé con algo en la oscuridad. Algo que me empujó contra el suelo con violencia.
-          ¿No te han dicho nunca lo que le pasa a los curiosos?-dijo una voz serena.
Era el mismo chico de la entrada, o al menos eso deduje por la pose de altivez que tenía.
Intenté levantarme, pero me tenía puesta en una posición en la que no me podía mover.
-          Oye, apártate un poco. Necesito espacio-siseé.
La luna llena apareció entonces detrás de una nube, y la luz iluminó su rostro. Tenía el pelo completamente liso, medio largo y de un negro brillante. Sus ojos eran de un azul marino intensísimo, casi irreal, que por alguna razón estaban en magnífico equilibro con ese extraño pelo, los labios carnosos, y la piel clara.
-          ¿Qué hacías espiándome?-insistió.
-          Mira, chaval, yo sólo daba un paseo y punto. Pero por desgracia me he topado contigo. No me importa si te estabas comiendo la boca con alguien, en serio. No me vas a quitar la inocencia de mis ojos. ¿O acaso es algo que no debería haber visto?-pregunté con sarcasmo.
Aprecié una chispa de ira contenida en sus ojos extraños, y sonreí para mis adentros.
-          No estoy de humor, niña. Lárgate de aquí.
¿Pero quién se creía este?
-          Chiquito, tú a mí no...
-          ¡Qué te vayas!-siseó, y sus ojos chispearon.
Por alguna razón, algo en sus ojos me infundió miedo. Me levanté no sin cierto esfuerzo, pero él me agarró de la muñeca. Incluso a través del abrigo, me hirió, y las lágrimas se agazaparon en mis ojos, pero me negué a darle ese gusto de verme llorar.
-          Que te den, imbécil-escupí.
Él sonrió.
-          Tal vez nos volvamos a ver.
Me ardían las mejillas de pura indignación cuando me soltó, pero no dije nada.
Entonces, sus dedos desnudos rozaron levemente los míos. Algo se rompió dentro de mí. Realmente fue leve, pero me pilló desprevenida. Una pequeña descarga me recorrió, sin llegar a ser dolorosa.Le miré con una mezcla de temor y fastidio, pero él no pareció darse cuenta.
Me alejé de allí corriendo. Al mirarme las manos descubrí que el hormigueo comenzaba a desaparecer.
Llegué a la academia, pero no subí a mi habitación. Bordeé el edificio, hasta llegar a la pared contraria, donde estaba mi dormitorio. Por suerte, desde que entré por primera vez a este edificio, había un árbol altísimo, el que he escalado miles de veces por sus numerosas ramas, así que me subí a él y en cuestión de minutos estaba en el alfeízar de mi balcón.
Vaya, la puerta estaba cerrada.
Di unos golpecitos al cristal, con la esperanza de que Haven me escuchara. Para mi alivio, salió a los pocos segundos, vestida con un corto pijama de verano negro. Abrió los ojos al verme, pero después una gran sonrisa cruzó su rostro.
-          Eres la mejor, Gala. ¿Cómo lo has hecho para burlar tu castigo?
Sonreí, a mi pesar.
-          Es cosa de la experiencia. Vamos, cierra, que me muero de frío.
Ella obedeció y se sentó a mí lado, en la cama desecha. Aún sonreía, hasta que me miró directamente a los ojos, y se le borró de un plumazo. Supo que algo andaba mal.
-          ¿Qué ha pasado?
Le relaté mi escapada y el encuentro con el chico misterioso. Pero por alguna razón que desconocía, no le conté el extraño calambrazo que me dio. Tal vez lo había imaginado.
Cuando terminé, estaba temblando. Nunca tenía miedo de nada, pero hubo algo en los ojos de ese chico que hizo que algo se removiera en mi interior. Igual estaba muy oscuro, o igual eran imaginaciones mías, pero el caso es que me alteré. Tal vez me estaba volviendo paranoica.
-          Bueno, tranquilízate, Gala. No es más que un niñato. Además, mañana empezamos de cero otra vez el curso, y tenemos que darle caña a los nuevos, ¿va? Y ahora vete, que no creo que se fíen mucho de ti y a lo mejor entran para ver si estas. Venga, y de lo demás no te preocupes. Tú estás por encima de eso.
Sonrió y me abrazó. A través de su pelo rojo pude ver el tatuaje de alas de su espalda, que indicaba que también era un ángel. Sonreí también.
Salí de nuevo al balcón y me volví a deslizar por el Árbol hasta abajo. Haven se despidió de mí desde el bálcón.
Volví a la habitación y me metí en la cama, pero antes cerré la ventana. Observé el bosque por última vez.
Tal vez si no hubiera corrido las cortinas, hubiera visto cómo una silueta se adentraba en la academia, pero no lo hice.
Cerré los ojos, y me concentré en dormir. Alejé todos los malos pensamientos, y poco a poco me fui adormilando.
Pero no fue un sueño tranquilo, porque todo lo que veía eran unos ojos fríos e intensos.

3 comentarios:

  1. :o T-T dios que intriga ;D y el tio ese me da un mal rollo ¬¬ ;D tengo ganas de leer mas y saber que tal les va el nuevo curso ;D besos

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  2. me alegro que te guste^^. Si, da muy mal rollo al principio, parece un chiflado. Pues haber si puedo colgar más capis, pero es que tengo muchos exámenes.
    Me he pasado por tu blog. ¿ te comento en algo?
    besos:)

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  3. Por qué no me avisaste de que subías!!!!??? ToT Encima de que me gusta como escribes!

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