Tic,
tac, tic, tac, y pasa el tiempo lento y rápido al mismo son. Y todo lo
que encuentra se lo lleva al olvido, impidendo disfrutar de nada, como
el duce gusto de miel que queda en la boca del semifinalista. Marca con
su continuo repiqueteo el paso de las horas, para que no perdamos
conciencia de él. Pero, cuando el minuto pasa, nada puedes hacer para
recuperarlo. Cuando la palabra sale de tu boca, nada puedes hacer para
detenerla, y cuando no coges el teléfono tras una hora de continuas
llamadas, nada puedes hacer para recuperarlas, porque el tiempo
discurre, y todo eso ya ha pasado, y no hay nada para borrarlo. El
tiempo, la peor condena del ser humano, encerrada en los simples
mecanismos de un reloj en el escritorio, es la única razón por la que no
podemos respirar nunca tranquilos. Es la causa de que cuando nos
hacemos mayores, sólo recordemos cosas que ocurrieron, y el tema de
conversacion en las comidas sea "Yo a tu edad..."
Tic, Tac.
Tic, Tac.
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