domingo, 24 de octubre de 2010

¿DÓNDE SE HALLA EL PARAÍSO?


Buscaba y buscaba,
pero nada concluso hallaba.
¿Dónde estaba él?,
¿dónde ocultado estaba?

Millas y millas se perdieron,
bosques y valles dejé atrás,
pero por más que buscaba,
nunca lo lograba divisar.

¿Es que el cielo me ha cerrado
las puertas doradas
de su paraíso privado
que tanto son añoradas?

Mi coraje decrecía
como la luna menguante,
y un nuevo sentimiento, el orgullo,
Se cernía sobre mí como un gigante.

¿Por qué, Dios,
si de toda la vida te he admirado,
si de cada cena has sido partícipe,
por qué me has abandonado?

¿Es que acaso no me ves digno
de pisar el bello limbo,
tu más preciosa creación,
Que a todos de gozo llena el corazón?

(de repente, el hombre iracundo, tiene una visión: la vida, se presenta ante él de una forma singular, él no entiende nada, hasta que ella comienza su viaje en el tiempo, como ha hecho siempre, a una velocidad sin comparación. Él entonces ve crecer una bella flor, ve un bonito árbol, ve un ciervo veloz. Ve crecer la vida con paso rápido ante él, y entonces descubre lo que para Dios es el paraíso.)

Oh, Dios mío de fe,
Cuán ciego he debido de estar.
Tú siempre dejas tu rastro divino,
que nadie sabe descifrar.

Doy fe de lo que he visto,
lo más hermoso que un hombre pueda ver:
Tu legado más precioso,
al que todos pueden acceder.

Así que este es el paraíso,
esta es la tierra bendecida
y no es más que algo simple,
es eso, la vida.

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